“En la mixteca , los adultos mayores, una deuda pendiente del Estado”



A pesar de los importantes avances normativos en materia de derechos humanos que hemos alcanzado en las últimas décadas, es una realidad que como país todavía tenemos un gran camino por recorrer, basta mencionar la compleja situación en la que se encuentran las personas adultas mayores, grupo social que constantemente es objeto de abandono, maltratos, vejaciones, exclusiones, discriminaciones y diversas conductas que vulneran su integridad o su dignidad. 


Entre los problemas que enfrentan, destaca la falta de control sobre el número y condiciones de albergues, casas hogar y demás instituciones encargadas del cuidado de los adultos mayores. Es preocupante que la mayoría no cuente con las especificaciones mínimas para garantizar la atención integral de este grupo social e incluso, en algunos escenarios se vulneran sus garantías constitucionales. 

Por si esto no fuera suficiente, no podemos ser indiferentes ante el hecho de que según información del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM), 6 de cada 10 personas que residen en este tipo de instituciones no mantienen contacto con su familia, abandono que con frecuencia inhibe su independencia y bienestar emocional. 

Además de la gravedad inherente a las problemáticas referidas, es oportuno señalar que de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México pasamos de 5 millones de personas adultas mayores en 1990, a 11.7 millones en 2014, lo cual represente el 9.7% de la población total. Aunado a lo anterior, a partir de estimaciones del Consejo Nacional de Población (CONAPO), dicho crecimiento se dará de manera permanente e ininterrumpida, hasta que en el año 2050, el 28% de la población mexicana cuente con más de 60 años. 

Ante este panorama, es de vital importancia que las autoridades de los tres órdenes de gobierno garanticen que los centros e instituciones destinadas a brindar servicios de salud, cuidado, estancia y actividades culturales, deportivas y recreativas a los adultos mayores, cuenten con las condiciones mínimas para fomentar su participación e integración social, y de esta manera puedan vivir con independencia, autorrealización y certeza. 

Dichas acciones son determinantes para que las personas adultas mayores tengan la posibilidad de acceder a un empleo u ocupación, retribuciones justas, asistencia y a las oportunidades necesarias para que tengan mejores niveles de bienestar y mayor calidad de vida, elementos que les permitirán desarrollarse con plenitud, respeto a sus derechos y más importante aún, con absoluta dignidad. Por estas consideraciones, estoy convencido de que esta deuda pendiente debe ser atendida con la mayor celeridad posible. Salvador López Santiago
Opinión

Twitter: @sls1103.

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