“Los programas de ayuda hacen que La gente se haya vuelto floja para sembrar los campos”

- Más de 70 por ciento de las tierras están en abandono en la región Mixteca por factores como el cambio climático, la migración, la falta de tecnología, pero otro de los máximos problemas, es que la gente se ha vuelto floja para sembrar los campos, o los programas de ayuda  los han vuelto así

Tenemos el deber y la obligación de generar nuestros propios alimentos, como la producción del maíz y otras hortalizas que la población ya no siembra, a eso se refiere la soberanía alimentaria, que es el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica.

Julieta Ponce león, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México y nutrióloga, quien da a conocer en entrevista que acercar los alimentos y el dinero a los pobres no es soberanía alimentaria, se trata de generar empresas y que los habitantes produzcan sus propios alimentos.

La pérdida de cultivos tradicionales, la baja actividad agrícola y la alta dependencia de productos básicos, encaminan a Oaxaca hacia el quebranto de la soberanía alimentaria, lo que antes era una parcela de maíz o fríjol, hoy desaparece entre la roca que se desmorona con el simple soplar del viento.

Ponce león, dio a conocer que las poblaciones al migrar a las grandes ciudades olvidan su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo, ya que las constantes sequias o las desbordantes lluvias hace que tampoco la gente este sembrando el maíz, pero lo lamentable es que la gente se ha vuelto perezosa y le corren a este trabajo, prefiriendo ir a las tiendas por el grano básico que viene exportado de otros países, entre ellos, Estados Unidos.

La producción se aminora, le suman las empresas que controlan los transgénicos, ya que son una amenaza a los campesinos, la soberanía alimentaria, la salud y la biodiversidad, estos pone a aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarias, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas.

La soberanía alimentaria promueve el comercio transparente, que garantiza ingresos dignos para todos los pueblos, y los derechos de los consumidores para controlar su propia alimentación y nutrición.

Garantiza que los derechos de acceso y a la gestión de nuestra tierra, de nuestros territorios, nuestras aguas, nuestras semillas, nuestro ganado y la biodiversidad, estén en manos de aquellos que producimos los alimentos.

Los programas sociales y de alimentación están fuera de fase, sólo orientan la promoción de los productos industrializados que manejan las grandes empresas, la alimentación y nutrición no han interesados a los gobiernos.

Y frente a la utilización de semillas para biocombustibles, el futuro es aún más aterrador, la lucha hombre máquina por los granos básicos.