Columna: México SA
El cuento reformador Videgaray el futurista El proceso de Carstens En el cuento de nunca acabar, el inquilino de Los Pinos, su gabinetazo y los legisladores confirman, por si hubiera duda, que lo suyo es proceder en estricto sentido contrario de lo que marca el sano ejercicio de las políticas públicas, y que las reformas por ellos propuestas y avaladas no son más que un pretexto para que los de siempre mejoren su de por sí inmejorable esquema de negocios y ganancias a costillas de la nación. A la hora de reformar, en los países medianamente civilizados lo primero que hace el gobierno es determinar qué va a hacer, cómo lo va hacer, para qué lo va a hacer, hasta dónde lo va a hacer y cuál es el costo-beneficio que espera obtener por los cambios planteados. Despejadas todas las dudas, amarrados todos los elementos, resuelta la ecuación, entonces presenta su iniciativa al Congreso, y los legisladores, con base en el contenido de tal propuesta y sus propios análisi...